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domingo, 17 de agosto de 2014

Techos de piedra, perros San Bernardo y elefantes en los Alpes


Por Pacelli Torres

Corresponsal del Chicamocha News en Europa

​Mi columna en la edición pasada estuvo dedicada al archiduque Franz Ferdinand, quien estaba destinado a convertirse en el nuevo emperador del Imperio Austro-Húngaro, pero fue asesinado en Sarajevo hace 100 años.

Como preparación para su nuevo cargo, Franz Ferdinand emprendió un viaje de 10 meses alrededor del mundo. Partiendo de Austria viajó por África, India, Indonesia, Australia y Japón. Luego cruzó el océano Pacífico hasta la costa occidental de Canadá, bajó y atravesó los Estados Unidos hasta Nueva York y luego el Atlántico para llegar de vuelta a Europa.

En su viaje compró una gran cantidad de piezas artesanales, máscaras, objetos rituales, muebles, tapetes e instrumentos musicales, que formaron la colección privada de objetos exóticos más grande de Europa. Dicha colección se exhibe actualmente en el Museo Étnico de Viena.

Al igual que para Franz Ferdinand, cada nueva experiencia que vivimos trae consigo cosas extrañas o anecdóticas, que asimiladas de forma correcta nos ayudan a ejercer nuestro "cargo" en la vida.


​A principios de julio estuve en la provincia de Aosta, Italia, en la frontera con Francia y Suiza. En la región de los Alpes que separa a Italia y Francia está el Mont Blanc, la montaña más alta de Europa. Y en la frontera con Suiza el Matterhorn, la montaña más alta de Suiza, que por cierto, fue tomada por inmigrantes europeos en Colombia como símbolo de los productos lácteos Alpina.



Lo primero que me llamó la atención es que en esta región los techos de las casas están hechos con lajas de piedra colocados de forma similar a las escamas de los peces. Es una técnica que se ha usado por siglos y el gobierno local promueve su utilización, incluso en nuestros días.

En los pueblos de nuestra provincia dejamos perder la tradición de la tapia pisada y la teja de barro. Esta última fue sustituida por el Eternit, que a propósito, es un invento austriaco. Ganamos en economía y conveniencia, pero perdemos en raíces, tradiciones e idiosincrasia. Nada que nos aleje de nosotros mismos puede llamarse progreso.

Otra cosa que encontré simpática al estar en Italia fue pasar junto al Valle de San Bernardo. Cerca de allí, en el hospicio que lleva el mismo nombre y que fuera fundado por Bernard de Menthon, en el siglo 11, se empezaron a entrenar estos perros para rescatar alpinistas en problemas. Un perro San Bernardo era algo único en Málaga cuando yo era niño. Nuestros vecinos tenían uno pero nunca lo sacaban a la calle. Para poderlo ver mis hermanos y yo teníamos que subirnos a una barda y mirar por encima del muro. El San Bernardo fue la primera raza pura de perro que yo conocí.

Siguiendo mis reflexiones sobre el viaje, es increíble cómo en Europa la historia se mantiene viva. Italia y gran parte de Europa conserva aún el legado de los romanos. El imperio romano duró desde el año 753 antes de Cristo, hasta el 476 después de Cristo. En la época de su esplendor se extendía desde Gran Bretaña hasta el norte de África y desde España hasta Asia menor. Grandes construcciones se hicieron en su época y muchas de ellas perduran. En Viena, por ejemplo, durante la construcción del metro se encontró una ruina romana que es hoy sitio turístico. En la ciudad de Aosta, capital de la región del mismo nombre y destino de mi último viaje, hay arcos, plazas y anfiteatros de construcción romana. También visité un acueducto de piedra levantado sobre un valle y que fue construido en el año 25 antes de Cristo. Los romanos fueron los inventores del cemento, el cual fabricaban a base de cal, agua, arena y gravilla.

Otros de sus grandes avances fueron las técnicas militares, con las cuales lograron expandir su imperio.

En el norte de África el naciente imperio romano tenía un enemigo: Cartago. Hubo varias guerras entre Roma y Cartago, las llamadas guerras Púnicas. Buscando revancha por la primera de estas guerras, el general Aníbal (247-183 a.C.) decidió invadir Roma. No podía hacerlo por mar pues el mar estaba controlado por los romanos. Su solución fue atacarlos por la retaguardia. El plan era dar un gran rodeo pasando por España y luego atravesar los Alpes hasta llegar a Italia. El problema fue que el ejército de Aníbal utilizaba 37 elefantes como animales de guerra, y estos, no estando acostumbrados al frío, murieron en el cruce de los Alpes. Aníbal llegó a Italia con un puñado de elefantes y la mitad de sus hombres y su empresa se vio frustrada. Después de la muerte de Aníbal Roma conquistó Cartago.

Esta historia se la escuché a mi papá y volvió a mi mente contemplando los blancos picos de los Alpes italianos.

Al igual que con la colección de objetos exóticos de Franz Ferdinand, lo que espero con mis columnas es llevar a mis lectores vestigios de otros tiempos y otros lugares y espero con ello estimular aquella bella curiosidad que no conoce edades. Ojalá jóvenes y viejos lean más al respecto, busquen fotos en internet y encadenen los hechos con su propia historia personal, es la mejor manera de absorberlos. El espíritu del descubrimiento lo llevamos todos por dentro, y como decía Leonardo Da Vinci, es uno de los grandes placeres de la vida.